febrero 27, 2003
Borussia Dortmund 1, Real Madrid 1.
Dortmund, Alemania.
Segunda Fase Champions League 2002-2003.
Ayer martes, el f�tbol hizo sentirme vivo. Si no te gusta el f�tbol, analiza cu�ndo fue la �ltima vez que algo hizo sentirte vivo. Si te gusta y acaso viste el Real Madrid vs Borussia Dortmund de la Champions League, ver�s que no fue un partido Cinco Estrellas, pero tambi�n t�: cu�ndo fue la �ltima vez que algo hizo sentirte vivo.
No vi el 1er Tiempo. En cuanto pude, escap� de mi oficina blanca y llegu� al Gross Weight Bar en el entretiempo, justo para ver el resumen editado a tres jugadas. Borussia gana 1-0. El arranque del 2do fue un gran resbal�n, sirvi� para encorajinar a los participantes. El resto del partido, aproximadamente:
Minuto 55
El Real Madrid es propietario del bal�n y del ritmo de juego. Lo demuestra gradualmente, desde cada punto cardinal, pasando lista. Figo siente correr el tiempo y se altera, pide m�s el bal�n. Se altera Zidane, se altera Ra�l, se alteran Helguera y Roberto Carlos. El equipo blanco se monta en el rival y es mucho m�s que �l, en forma evidente. Dije evidente, mas no expl�cita, pues el reglamento del f�tbol no permite manifestar en el tablero la superioridad parcial (que s� sucede, por ejemplo, en el tennis o el volleyball, donde se van acumulando puntos en cada juego, juegos en cada set, haciendo m�s congruente el resultado final). Representa un esfuerzo entender que los blancos van perdiendo.
Minuto 61
En plena aceleraci�n cardiaca Roberto Carlos comete un error casi fatal, tropieza en su propia �rea y deja el bal�n a Ewerthon, que falla un gol de dios me libre. El portero �ker Casillas y los centrales est�n por armar la reprimenda pero bueno, es Roberto Carlos, no pasa nada. Despu�s del gulp, el brasile�o vuelve a su motocicleta.
Minuto 63
Ronaldo se ha colado tres veces al �rea alemana y no ha metido gol, sensaci�n que lo molesta y debilita. Entonces busca tirar desde la media luna, acabar con la fiesta. En un mundo m�s lindo Ronaldo habr�a tirado, no interesa si bien o mal pero habr�a tirado. En cambio lo derriban. Se marca la falta y el Madrid saborea un gol detonado por cualquiera. Roberto Carlos no presta la pelota y corta cartucho, lo cual encarece las p�lizas de seguro de los alemanes que se forman en barrera. Empavado y harto, lanza un misil de artiller�a pesada que evoca una l�nea cadav�rica de Henry Rollins:
I�m death to the touch.
Minutos 70 a 94
Veinte minutos c�nicos, de genuflexi�n y combate interno. El equipo espa�ol tiende un campo de fuerza alrededor del �rea enemiga con Roberto Carlos, Makeleke, Zidane, Helguera, Flavio Conceicao, Guti y Mi�ambres, sustituto de Figo, acarreando munici�n a Ronaldo y Ra�l. No llega el empate. Se tensa la comunicaci�n entre los madridistas pero se mantiene el orden. Al minuto 90 las bancas, inquietas por la raz�n contraria, ense�an las u�as y meten un delantero fresco, Amoroso y Javier Portillo respectivamente. El Real Madrid monta un �ltimo plan de contingencias, switch�ndose Zidane a la banda izquierda por Roberto Carlos, que planta su bazuca en un mont�culo cercano. Las im�genes b�licas no son buena costumbre pero ilustran. Tiempo de compensaci�n, el bombardeo hace m�s polvo. Los alemanes se han ocultado en el subsuelo llev�ndose el marcador, pero el centavo Javier Portillo alcanza a meter un pie en el b�nker y saca el 1-1.
Qu� buen partido. Y qu� implacable testimonio de resistencia y convicci�n del f�tbol alem�n, que ha materializado el blindaje. Estoy completamente de acuerdo con la lectura del f�tbol europeo que hace Leonel Amondarello, periodista venezolano, en su libro Chasquido de mosc�n que muere. En oposici�n al f�tbol repulsivo-culpable de Italia, que toma vigor en el catolicismo romano, el f�tbol herm�tico-desplegable de Alemania se carga emocionalmente de la memoria de abuelos y bisabuelos que fallecieron durante la II Guerra Mundial a falta de un buen casco. Hoy sabemos que una alarmante mayor�a de los ca�dos ten�a balazos en el cr�neo, lo que no puede decirse del ej�rcito norteamericano, mucho mejor forrado. No es casual que los grandes capitanes de la selecci�n alemana, de Helmut Rahn a Franz Beckenbauer, de Lottar Matthaus a Mattias Sammer, entrenador de este Borussia, hayan desarrollado su talento en el primer tercio de la cancha, desde puestos de seguridad.
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febrero 26, 2003
Estoy sorprendido con la correcci�n de Daniel.
La final que Tigres gan� en penales al Atlante fue en 1982 y no en 1979 como yo cre�a. S�lo de enterarme, sufr� una carambola en la ni�ez, porque has de ver cu�ntas situaciones concluyentes tengo atadas a fechas, entre otras cosas porque en 1982 llegu� a Tijuana con mi familia, un evento que no me parece tan lejano como aquella final que gan� Tigres. Y ahora me entero que fue el mismo mes. Estoy que me mareo. Ese partido formaba parte (hasta hoy, que le� tu correcci�n) de la Antig�edad y ahora lo has entrometido en la Edad Media de mi vida, o m�s po�ticamente: lo has puesto al mediod�a de mi vida, para citar a Nietzche. Pero con tu observaci�n, la duda de por qu� no me hice Tigre sino Puma se resolvi�. No me hice Tigre porque ya era Puma desde el a�o anterior.
�Me lo captas? El respeto a Barbadillo, Ordu�a, Bravo y Tom�s Boy permanece, pero nada m�s. Las marcas que me dejaron Hugo S�nchez, Manzo y Ferreti son otra cosa, algo que da calor a mi organismo y no es met�fora. Era cosa de ver a un buen cit�logo: en m� hab�a c�lulas nuevas. M�s notorio todav�a lo de Manuel Negrete, de quien tom� cada gesto atl�tico y aprend�, con esmero acad�mico, su men� de sutilezas (excepto la media chilena). Del trote "chompiresco" de Negrete brotaba un hilo org�nico que, por a�os, entr� de lleno al m�o. Un conducto umbilical que aliment� decisiones y pausas, no s�lo en el f�tbol. Eso es qu�mica. Negrete cambiaba de perfil con una facilidad asombrosa, pasaba de los m�s lindo, chutaba a los rincones, y a m� me daban ganas de aplicarlo en situaciones ordinarias, no averigues c�mo. Cabe decir que invert� toda mi capacidad en jugar de zurdo, y m�s asombrosamente, de 10. Los resultados no fueron tan malos.
Pero no me interesa rehacer aficiones, no le veo caso. Si llega otra vez el apego sudoroso a un club, llegar� y bienvenido. Pero habr� de ser un hurac�n o una enfermedad, que no lo veo posible. En eso de las militancias eternas soy un opositor. Creo que ciegan. Creo que enferman. Con mayor raz�n, rechazo mantener un afecto o una afici�n s�lo porque la he tenido siempre o por regionalismos o por herencia de pap�; no hablo s�lo de f�tbol. Respeto a quien dice "Nunca he cambiado" y tiene la claridad para aceptarlo, pero me da l�stima quien dice "Nunca cambiar�". El confort y la nostalgia, dos palabras para cuidarse como decir sarna y sida. Hay mucho de confort (no de lealtad) en las aficiones que se juran a muerte. Por eso en mi opini�n, hay que erradicar la militancia, el confort y la nostalgia de nuestros gustos (ey: el gusto hay que dejarlo siempre intacto, es tan fr�gil). En mi opini�n.
Me aficiona quien me convence. Del f�tbol mexicano me han convencido (y conquistado, que es el segundo paso) el Am�rica de Leo Benhakker, las Chivas de Tuca Ferreti 1997 y m�s hondo el Atlas de Lavolpe 1998-2000 (el mejor equipo mexicano que he visto). Esta temporada ninguno. En Europa me fascina el Valencia espa�ol y el Arsenal ingl�s, aunque creo que la Champions League van a tener que arrebat�rsela al Real Madrid y al Manchester United, no s� si puedan. �ltimo ejemplo de "conversi�n inmediata": con el juegazo que dieron ayer los supers�nicos hiperpagados megaestrellas del Real Madrid vs Borussia Dormund (1-1), me conquistaron, y me siento con todo el derecho de ser hincha merengue hasta que el cuerpo aguante. O hasta que irrumpa alg�n otro. O hasta que broten nuevas c�lulas.
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La final que Tigres gan� en penales al Atlante fue en 1982 y no en 1979 como yo cre�a. S�lo de enterarme, sufr� una carambola en la ni�ez, porque has de ver cu�ntas situaciones concluyentes tengo atadas a fechas, entre otras cosas porque en 1982 llegu� a Tijuana con mi familia, un evento que no me parece tan lejano como aquella final que gan� Tigres. Y ahora me entero que fue el mismo mes. Estoy que me mareo. Ese partido formaba parte (hasta hoy, que le� tu correcci�n) de la Antig�edad y ahora lo has entrometido en la Edad Media de mi vida, o m�s po�ticamente: lo has puesto al mediod�a de mi vida, para citar a Nietzche. Pero con tu observaci�n, la duda de por qu� no me hice Tigre sino Puma se resolvi�. No me hice Tigre porque ya era Puma desde el a�o anterior.
�Me lo captas? El respeto a Barbadillo, Ordu�a, Bravo y Tom�s Boy permanece, pero nada m�s. Las marcas que me dejaron Hugo S�nchez, Manzo y Ferreti son otra cosa, algo que da calor a mi organismo y no es met�fora. Era cosa de ver a un buen cit�logo: en m� hab�a c�lulas nuevas. M�s notorio todav�a lo de Manuel Negrete, de quien tom� cada gesto atl�tico y aprend�, con esmero acad�mico, su men� de sutilezas (excepto la media chilena). Del trote "chompiresco" de Negrete brotaba un hilo org�nico que, por a�os, entr� de lleno al m�o. Un conducto umbilical que aliment� decisiones y pausas, no s�lo en el f�tbol. Eso es qu�mica. Negrete cambiaba de perfil con una facilidad asombrosa, pasaba de los m�s lindo, chutaba a los rincones, y a m� me daban ganas de aplicarlo en situaciones ordinarias, no averigues c�mo. Cabe decir que invert� toda mi capacidad en jugar de zurdo, y m�s asombrosamente, de 10. Los resultados no fueron tan malos.
Pero no me interesa rehacer aficiones, no le veo caso. Si llega otra vez el apego sudoroso a un club, llegar� y bienvenido. Pero habr� de ser un hurac�n o una enfermedad, que no lo veo posible. En eso de las militancias eternas soy un opositor. Creo que ciegan. Creo que enferman. Con mayor raz�n, rechazo mantener un afecto o una afici�n s�lo porque la he tenido siempre o por regionalismos o por herencia de pap�; no hablo s�lo de f�tbol. Respeto a quien dice "Nunca he cambiado" y tiene la claridad para aceptarlo, pero me da l�stima quien dice "Nunca cambiar�". El confort y la nostalgia, dos palabras para cuidarse como decir sarna y sida. Hay mucho de confort (no de lealtad) en las aficiones que se juran a muerte. Por eso en mi opini�n, hay que erradicar la militancia, el confort y la nostalgia de nuestros gustos (ey: el gusto hay que dejarlo siempre intacto, es tan fr�gil). En mi opini�n.
Me aficiona quien me convence. Del f�tbol mexicano me han convencido (y conquistado, que es el segundo paso) el Am�rica de Leo Benhakker, las Chivas de Tuca Ferreti 1997 y m�s hondo el Atlas de Lavolpe 1998-2000 (el mejor equipo mexicano que he visto). Esta temporada ninguno. En Europa me fascina el Valencia espa�ol y el Arsenal ingl�s, aunque creo que la Champions League van a tener que arrebat�rsela al Real Madrid y al Manchester United, no s� si puedan. �ltimo ejemplo de "conversi�n inmediata": con el juegazo que dieron ayer los supers�nicos hiperpagados megaestrellas del Real Madrid vs Borussia Dormund (1-1), me conquistaron, y me siento con todo el derecho de ser hincha merengue hasta que el cuerpo aguante. O hasta que irrumpa alg�n otro. O hasta que broten nuevas c�lulas.
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febrero 25, 2003
Un com�n denominador entre los aficionados al f�tbol es que no se cambia la afici�n por un equipo. A mi me ha sucedido lo contrario. Fui Puma de la UNAM por 10 a�os, un ciclo en primera instancia breve, pero total: el periodo comprendido entre mis 10 y mis 20 a�os de edad. El cierre de la ni�ez, la adolescencia entera y la primer juventud puestas en la criba del bal�n. Entonces no hubo un �cono con m�s poder sobre m�, una vertical m�s dirigida al centro, que el escudo de los Pumas. Por muy banal que suene a estas alturas, nada me parec�a m�s natural y majestuoso, nada m�s pleno en mi coraz�n ni m�s chisporroteante que la cabeza del puma universitario. Ll�male afici�n. Un esquema tel�rico, cometas, p�jaros invisibles.
Afici�n que naci�, siendo exactos, un domingo feliz de 1981, en la final de Liga 80-81 que se jug� en CU. Mi familia se arremolin� en una fonda del Centro de Guadalajara para ver a los Pumas, un equipo joven que dirig�a el ex-jugador Bora Milutinovic. Hab�an hecho una temporada hist�rica, o as� lo creo. Hugo S�nchez se desped�a del f�tbol mexicano, jugar�a en el Atl�tico de Madrid del que ac� se sab�a muy poco, s�lo que cinco a�os antes hab�a ganado la Copa de Europa ayud�ndose de Rub�n "Rat�n" Ayala, que ahora jugaba en M�xico. Ese domingo fue mi conversi�n, tanto a futbolista como a Puma. Ignoro la ubicaci�n de la fonda, pero recuerdo bien el pozole hirviendo en unos recipientes de barro, salsas brav�simas que hac�an convulsionar el rostro de mis t�os, azulejo blanco, destapadores de pared vomitando corcholatas y una pantalla gigante y borrosa donde vimos a Hugo cabecear un bal�n a gol, como yo nunca pude.
4-1. Tambi�n hicieron goles Manuel Manzo, con un toque justo y raso que afect� mi forma de jugar desde el DNA, Tuca Ferreti en un cabezazo equ�voco y Gustavo Vargas (creo). Por Cruz Azul descont� Rafael Toribio en una jugada llena de malignidad que puedo reconstruir fotogr�ficamente en mi cabeza. En la fonda, al t�rmino del partido, hubo pocos comentarios. Se hablaba de Hugo, pero mis t�os prefer�an guardar silencio en homenaje a sus ausentes: el Guadalajara, el Atlas y los Leones Negros de la UDG.
El puma de las camisetas era m�s grande que el actual, cubr�a casi todo el pecho. Parec�a negro pero era azul. Siguieron utiliz�ndolo varios a�os. Hugo emigr�. Segu� siendo Puma. En 1985 sufr� como un apendicitis la Final de la Corregidora, contra el Am�rica intolerante de los a�os ochenta, y termin� mi gusto puma en 1991, otra vez campe�n. Luego no s� qu� pas�. El f�tbol me fue indiferente. Cuando recuper� las ganas en 1994, gracias a Romario, ya no era Puma. El magma se sec�. Piedra volc�nica.
Lo que me pregunto, nom�s curiosidad, es por qu� me hice Puma en 1981 y no Tigre en 1979, a mis ocho a�os, cuando la familia se reuni� para la Final en un sitio de mayor cari�o. El Desd�n, el rancho suburbano de mi abuelo Alfonso, era un pastizal mal bardeado del que cada primo (puedo asegurarlo) guarda memorias fundamentales. Regados en sillas de metal, trozos de tronco y equipales vimos a los Tigres de la UANL vencer dram�ticamente al Atlante. En p�nalties, modalidad nueva y cruel. Tengo presente cuando Ricardo Lavolpe, portero del Atlante, anot� su gol como diciendo: "He cumplido." Guardo un fino respeto por esos Tigres, un equipo fulminante cuyo s�mbolo fue Jer�nimo "Patrulla" Barbadillo, el extremo escencial del resto de mi vida. Pero no me convirtieron. No me hice Tigre.
Hablo de afici�n como quit�ndome una escama. S�lo por tocar el tema. Palabras as�, e ideas abominables como amor a la camiseta, los lanc� por un trampol�n y siguen ah�, ca�dos. Ah� se quedan. Hablo de consecuencias. De cicatrices, barras y vecindarios l�gubres. Estoy a un paso de concebirme como futbolista y a otro paso, es decir a la misma distancia, de perder todo atractivo hacia el f�tbol como entretenimiento favorito, la total indiferencia. Como en toda decisi�n, a mi derecha hay vasos de cristal y a mi izquierda, en forma inc�moda, veo granos de cacao.
Me siento tan simb�lico. Ma�ana hay buen f�tbol por ESPN.
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Afici�n que naci�, siendo exactos, un domingo feliz de 1981, en la final de Liga 80-81 que se jug� en CU. Mi familia se arremolin� en una fonda del Centro de Guadalajara para ver a los Pumas, un equipo joven que dirig�a el ex-jugador Bora Milutinovic. Hab�an hecho una temporada hist�rica, o as� lo creo. Hugo S�nchez se desped�a del f�tbol mexicano, jugar�a en el Atl�tico de Madrid del que ac� se sab�a muy poco, s�lo que cinco a�os antes hab�a ganado la Copa de Europa ayud�ndose de Rub�n "Rat�n" Ayala, que ahora jugaba en M�xico. Ese domingo fue mi conversi�n, tanto a futbolista como a Puma. Ignoro la ubicaci�n de la fonda, pero recuerdo bien el pozole hirviendo en unos recipientes de barro, salsas brav�simas que hac�an convulsionar el rostro de mis t�os, azulejo blanco, destapadores de pared vomitando corcholatas y una pantalla gigante y borrosa donde vimos a Hugo cabecear un bal�n a gol, como yo nunca pude.
4-1. Tambi�n hicieron goles Manuel Manzo, con un toque justo y raso que afect� mi forma de jugar desde el DNA, Tuca Ferreti en un cabezazo equ�voco y Gustavo Vargas (creo). Por Cruz Azul descont� Rafael Toribio en una jugada llena de malignidad que puedo reconstruir fotogr�ficamente en mi cabeza. En la fonda, al t�rmino del partido, hubo pocos comentarios. Se hablaba de Hugo, pero mis t�os prefer�an guardar silencio en homenaje a sus ausentes: el Guadalajara, el Atlas y los Leones Negros de la UDG.
El puma de las camisetas era m�s grande que el actual, cubr�a casi todo el pecho. Parec�a negro pero era azul. Siguieron utiliz�ndolo varios a�os. Hugo emigr�. Segu� siendo Puma. En 1985 sufr� como un apendicitis la Final de la Corregidora, contra el Am�rica intolerante de los a�os ochenta, y termin� mi gusto puma en 1991, otra vez campe�n. Luego no s� qu� pas�. El f�tbol me fue indiferente. Cuando recuper� las ganas en 1994, gracias a Romario, ya no era Puma. El magma se sec�. Piedra volc�nica.
Lo que me pregunto, nom�s curiosidad, es por qu� me hice Puma en 1981 y no Tigre en 1979, a mis ocho a�os, cuando la familia se reuni� para la Final en un sitio de mayor cari�o. El Desd�n, el rancho suburbano de mi abuelo Alfonso, era un pastizal mal bardeado del que cada primo (puedo asegurarlo) guarda memorias fundamentales. Regados en sillas de metal, trozos de tronco y equipales vimos a los Tigres de la UANL vencer dram�ticamente al Atlante. En p�nalties, modalidad nueva y cruel. Tengo presente cuando Ricardo Lavolpe, portero del Atlante, anot� su gol como diciendo: "He cumplido." Guardo un fino respeto por esos Tigres, un equipo fulminante cuyo s�mbolo fue Jer�nimo "Patrulla" Barbadillo, el extremo escencial del resto de mi vida. Pero no me convirtieron. No me hice Tigre.
Hablo de afici�n como quit�ndome una escama. S�lo por tocar el tema. Palabras as�, e ideas abominables como amor a la camiseta, los lanc� por un trampol�n y siguen ah�, ca�dos. Ah� se quedan. Hablo de consecuencias. De cicatrices, barras y vecindarios l�gubres. Estoy a un paso de concebirme como futbolista y a otro paso, es decir a la misma distancia, de perder todo atractivo hacia el f�tbol como entretenimiento favorito, la total indiferencia. Como en toda decisi�n, a mi derecha hay vasos de cristal y a mi izquierda, en forma inc�moda, veo granos de cacao.
Me siento tan simb�lico. Ma�ana hay buen f�tbol por ESPN.
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mr_phuy@mail.com
febrero 19, 2003
I
Vanidad.
Manej� nervioso la V�a R�pida Poniente, ido, con la excelente noticia de que pronto se publicar� el libro de relatos Comparte la ca�da, Rafa Saavedra & Mr Phuy. �Qu� t�tulo, Rafadro! Me gusta mucho c�mo te desenvuelves ante las debilidades y los erizos, con el motorcito obstinado y ponedor. Sabes mantener la voz en el volumen justo: volumen alto secreto. Las crueldades que se comenten contra el c�digo. Ya imagino el hervidero de recreos y egos en la I Reuni�n de Border-bloggers a la que est�s convocando, que ser� una colada larga, un oleaje disparejo, qu� bueno. Tendr� que haber pre-inscripciones. Supongo que, de diez Mesas de Lectura, nueve se debatir�n en la experiencia
masturbadora del "Querido diario: ..." y al menos una, ojal�, servir� para seguir ojeando en la ventana. Nada te detiene. Por eso nos tienes a todos alrededor, orbitando, con ganas de.
II
Mientras suceda.
En la liga espa�ola de f�tbol, el Barcelona ocupa el lugar 16 de 19 y reci�n ech� al entrenador y al presidente, adjetivados en colilla. Me voy a divertir mucho si contin�a con esa inercia de indestructible en la Champions League y resulta campe�n. En el peor oleaje, el m�ximo escal�n. Hoy gan� el und�cimo partido en racha, al Internacional de Italia que se fue meneado, con gozos de mujer, quemado de tanto gimnasio. Saviola hizo un golazo, con el m�rito de parecer un gol incidental. Remat� veloz y preciso entre dos escorpiones, Favio Cannavaro y Carlos Gamarra, que ahora conf�an bastante m�s en �l. No basta con mentir, no bastan sensaciones ni tropeles. Por cierto, hace falta m�s Riquelme en esas canchas europeas pero Riquelme est� en la banca. Es que no pone de su parte, se le pide aterrizar y sigue terco, sobrevolando el f�tbol. Saviola y Riquelme, un futbolista ligero y otro magn�fico, pero de poca unicidad. Mucho helio.
III
La funci�n precisamente.
Cesare Pavese describi� la ciudad de _______ en noviembre de 1935, a trav�s de su blog:
"Ciudad de la regla, ciudad de la iron�a. Ciudad virgen en arte, como la chica que vio a otras hacer el amor y, por su parte, no ha tolerado hasta ahora m�s que caricias, pero ya est� preparada, si encuentra a su hombre, a dar el paso." .
Ha llegado la hora de ser m�s naturales. Es una desgracia, pasamos el examen regularmente y no entendemos nada. Adentro, con el tumulto de la salud ficticia, se gesta un tumorcito insurgente que hace encabronar a los gl�bulos rojos con los blancos, una fiesta que no puedes perderte. Vis�talo en:
http://www.el_oficio_de_vivir.blogspot.com.
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mr_phuy@mail.com
Vanidad.
Manej� nervioso la V�a R�pida Poniente, ido, con la excelente noticia de que pronto se publicar� el libro de relatos Comparte la ca�da, Rafa Saavedra & Mr Phuy. �Qu� t�tulo, Rafadro! Me gusta mucho c�mo te desenvuelves ante las debilidades y los erizos, con el motorcito obstinado y ponedor. Sabes mantener la voz en el volumen justo: volumen alto secreto. Las crueldades que se comenten contra el c�digo. Ya imagino el hervidero de recreos y egos en la I Reuni�n de Border-bloggers a la que est�s convocando, que ser� una colada larga, un oleaje disparejo, qu� bueno. Tendr� que haber pre-inscripciones. Supongo que, de diez Mesas de Lectura, nueve se debatir�n en la experiencia
masturbadora del "Querido diario: ..." y al menos una, ojal�, servir� para seguir ojeando en la ventana. Nada te detiene. Por eso nos tienes a todos alrededor, orbitando, con ganas de.
II
Mientras suceda.
En la liga espa�ola de f�tbol, el Barcelona ocupa el lugar 16 de 19 y reci�n ech� al entrenador y al presidente, adjetivados en colilla. Me voy a divertir mucho si contin�a con esa inercia de indestructible en la Champions League y resulta campe�n. En el peor oleaje, el m�ximo escal�n. Hoy gan� el und�cimo partido en racha, al Internacional de Italia que se fue meneado, con gozos de mujer, quemado de tanto gimnasio. Saviola hizo un golazo, con el m�rito de parecer un gol incidental. Remat� veloz y preciso entre dos escorpiones, Favio Cannavaro y Carlos Gamarra, que ahora conf�an bastante m�s en �l. No basta con mentir, no bastan sensaciones ni tropeles. Por cierto, hace falta m�s Riquelme en esas canchas europeas pero Riquelme est� en la banca. Es que no pone de su parte, se le pide aterrizar y sigue terco, sobrevolando el f�tbol. Saviola y Riquelme, un futbolista ligero y otro magn�fico, pero de poca unicidad. Mucho helio.
III
La funci�n precisamente.
Cesare Pavese describi� la ciudad de _______ en noviembre de 1935, a trav�s de su blog:
"Ciudad de la regla, ciudad de la iron�a. Ciudad virgen en arte, como la chica que vio a otras hacer el amor y, por su parte, no ha tolerado hasta ahora m�s que caricias, pero ya est� preparada, si encuentra a su hombre, a dar el paso." .
Ha llegado la hora de ser m�s naturales. Es una desgracia, pasamos el examen regularmente y no entendemos nada. Adentro, con el tumulto de la salud ficticia, se gesta un tumorcito insurgente que hace encabronar a los gl�bulos rojos con los blancos, una fiesta que no puedes perderte. Vis�talo en:
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mr_phuy@mail.com
febrero 15, 2003
Todo el Universo. Idea que no entiendo, que deber�a hacerme estallar la cabeza. Lecturas recientes de un sat�lite de la NASA indican que el Universo tiene 13,500 millones de a�os de edad, d�as m�s d�as menos. Esto confirma varias hip�tesis, entre ellas la de su volumen finito que se expande y se contrae. Se ha establecido que el 96% del contenido del Universo es materia y energ�a oscuras, sea lo que fuere, y �nicamente 4% es materia at�mica. Ahora comprendo el sentido de culpa que lo atormenta y lo persigue desde la infancia c�smica. Imagina que el 96% de tu ser es un pantano de faltas, ausencias, huecos, mo�os repulsivos que se tragan a s� mismos.
Partiendo del 4% de materia at�mica, es decir materia como la conocemos, los sistemas planetarios suman el 0.00000001%. De ah�, los elementos tangibles conocidos (luz, asteroides, gas, agua, hormigas, duraznos...) representan acaso 0.00000001%. La cosa se pone peor: en la min�scula Tierra, los seres org�nicos sumamos otra cifra nanodecimal, con su dram�tica hilera de ceros, de la cual el hombre no pinta m�s del 0.00000001%.
Si la poblaci�n humana asciende, como se ha dicho, a 20,000 millones de habitantes, soy el 0.0000000001% de la especie. Yo, enterito, una persona total. Pero en lugar de enderezar el �baco y comenzar a sumar unidades, hundo m�s la numeralia utilizando el 4% de mi cerebro en forma conciente, o menos. Esta ma�ana accion� el Microsoft Word. Dicen que lo aprovechamos a menos del 3%. No lo dudo, a juzgar por la cantidad de ventanas que se me ofrecen y que ignoro por incapacidad pero tambi�n por considerarlas de mal gusto y, sobre todo, para evitar al insoportable Ayudante de Office. Miro por la ventana. Estoy mareado. Suelto los dedos y escribo: "Todo el Universo."
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mr_phuy@mail.com
Partiendo del 4% de materia at�mica, es decir materia como la conocemos, los sistemas planetarios suman el 0.00000001%. De ah�, los elementos tangibles conocidos (luz, asteroides, gas, agua, hormigas, duraznos...) representan acaso 0.00000001%. La cosa se pone peor: en la min�scula Tierra, los seres org�nicos sumamos otra cifra nanodecimal, con su dram�tica hilera de ceros, de la cual el hombre no pinta m�s del 0.00000001%.
Si la poblaci�n humana asciende, como se ha dicho, a 20,000 millones de habitantes, soy el 0.0000000001% de la especie. Yo, enterito, una persona total. Pero en lugar de enderezar el �baco y comenzar a sumar unidades, hundo m�s la numeralia utilizando el 4% de mi cerebro en forma conciente, o menos. Esta ma�ana accion� el Microsoft Word. Dicen que lo aprovechamos a menos del 3%. No lo dudo, a juzgar por la cantidad de ventanas que se me ofrecen y que ignoro por incapacidad pero tambi�n por considerarlas de mal gusto y, sobre todo, para evitar al insoportable Ayudante de Office. Miro por la ventana. Estoy mareado. Suelto los dedos y escribo: "Todo el Universo."
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febrero 12, 2003
De vuelta al f�tbol. El fin de semana visit� el complejo deportivo Southern Hills situado en el cruce Urban Dr y Wooden Avenue, un aut�ntico pulm�n en la selva urbana de Irvine, California. Un portento arquitect�nico, atribuido al urbanista Stephen P Love (no conozco a Stephen P Love), que recuerda el ruido y densidad de la vieja Montevideo (no conozco Montevideo) puesta ah�, al coraz�n de la comunidad uruguaya del Sur de Los Angeles que tanta presencia gan� en 1988 con el Hands-Free Latin Afiliation Program (pero conozco bien el Hands-Free Latin Afiliation Program).
Arrancando y frenando en seco, un grupo de jugadores se dejaba dirigir por tres gendarmes, que daban silbatazos cortos y llenos de decisi�n. Prrrt, el grupo se esparce en vectores de diez metros. Prrrt, las cabezas giran sobre su eje y corren el mismo vector, conc�ntricos. Suceden varios prrrt m�s o menos l�gicos para saltar recogiendo las extremidades, desplazarse lateralmente en brincos de tijera, taponearse unos a otros con el pecho... El punto final siempre es el grupo, reincorporado con el mismo vigor. Pienso que estos muchachos, dominen o no la t�cnica elemental con el bal�n, formar�n equipos s�lidos al haber asimilado la m�dula: formas parte de un equipo, eres m�s fuerte si te incorporas a �l, el equipo es m�s fuerte contigo.
Como sucede en todo proceso de aprendizaje, el objeto de estudio se enriquece con luces de otros campos del conocimiento. En este caso, el despliegue militar. Cosa impresionante.
Vino un receso. En seguida el entrenador grit�, alzando a todos: "Let�play some ball now." De un costal sac� un racimo de balones... de b�sketbol. En forma aut�mata se armaron quintetos y se escenificaron breves e intensos sets, no mayores a tres minutos. El bote de los balones parec�a un aguacero; el grupo, un cardumen fren�tico mas no ca�tico, liberando el s�stole de los cuerpos. S�lo los interrump�a un Prrrt breve y puntual, como flecha, que podaba la intenci�n de alg�n pase, avance o tiro.
Se fallaron infinidad de canastas, pero casi ning�n pase. En pocos minutos, los quintetos armonizaron sus ataques, corriendo lo justo, nadando en la cancha con naturalidad. Hablando poco.
Fue divertido cuando el manager recibi� una llamada en su celular. Con el silbato ausente, los chicos se iban de largo top�ndose con el poste, trastabillando con sus compa�eros, perdiendo el hilo de las jugadas como si la armon�a que ven�an dominando hubiera sido un espejismo. "Right, Honey, I�ll call you back." Fue colgar el tel�fono, accionar el silbato y todos volver al encanto, precisos como siempre.
Me retir� despu�s de una hora y el equipo no practic� f�tbol. S� que se trataba de un equipo de f�tbol por la pila de balones dormidos junto a las maletas, por el uniforme y porque al otro extremo de la cancha entrenaban los porteros, sometidos a un tratamiento sin caridad.
Como aprend� en Jap�n-Corea 2002, el modelo de los futbolistas estadunidenses est� en otros deportes. Puede que Landon Donovan (su mejor jugador, un graduado cl�sico) admire a Diego Mardona o a Ronaldo, pero no suspira por ellos. En las paredes de su rec�mara, en cambio, tiene posters de atletas cerebrales e impecables, como John Stockton o Lance Armstrong, de quienes hereda y aprende mucho m�s.
Lecciones interdisciplinarias:
a) Ryan Giggs, gal�s, posici�n 11 en la formaci�n cl�sica del Manchester United, es el futbolista que mejor ejerce el drama constitutivo del f�tbol: conducci�n perfecta, drigling productivo, bendita punter�a y la mejor aceleraci�n que puede haber en una cancha, a coletazos. Aptitudes innatas en Giggs, pero que pueden aprenderse. No memorizando a Giggs sino practicando Hockey sobre hielo.
b) Mientras se difunde la noci�n de que el defensa central es "el �ltimo hombre", casi un resumidero, Fernando Hierro invierte la suya como Quarter-back del Real Madrid. En lugar de ancla, juega de catapulta lanzando a sus compa�eros sobre el enemigo. Es que no le�ste bien: Quarter-back, un cuarto detr�s, a venticinco yardas de la l�nea de fuego, cobijado y con tiempo suficiente para iniciar la jugada ofensiva.
c) Acerca de Hugo S�nchez, figura singular y electrizante, por lo tanto inimitable, hay que voltear a tres frentes: a los gimnastas ol�mpicos, que ven su anatom�a como capital fant�stico; a los clavadistas de 3 metros, que sacan petr�leo de espacios diminutos; y a los banderilleros, que se paran firmes, planean de reojo el acercamiento de la bestia y se juegan la vida en cada desmarque.
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Comentarios:
mr_phuy@mail.com
Arrancando y frenando en seco, un grupo de jugadores se dejaba dirigir por tres gendarmes, que daban silbatazos cortos y llenos de decisi�n. Prrrt, el grupo se esparce en vectores de diez metros. Prrrt, las cabezas giran sobre su eje y corren el mismo vector, conc�ntricos. Suceden varios prrrt m�s o menos l�gicos para saltar recogiendo las extremidades, desplazarse lateralmente en brincos de tijera, taponearse unos a otros con el pecho... El punto final siempre es el grupo, reincorporado con el mismo vigor. Pienso que estos muchachos, dominen o no la t�cnica elemental con el bal�n, formar�n equipos s�lidos al haber asimilado la m�dula: formas parte de un equipo, eres m�s fuerte si te incorporas a �l, el equipo es m�s fuerte contigo.
Como sucede en todo proceso de aprendizaje, el objeto de estudio se enriquece con luces de otros campos del conocimiento. En este caso, el despliegue militar. Cosa impresionante.
Vino un receso. En seguida el entrenador grit�, alzando a todos: "Let�play some ball now." De un costal sac� un racimo de balones... de b�sketbol. En forma aut�mata se armaron quintetos y se escenificaron breves e intensos sets, no mayores a tres minutos. El bote de los balones parec�a un aguacero; el grupo, un cardumen fren�tico mas no ca�tico, liberando el s�stole de los cuerpos. S�lo los interrump�a un Prrrt breve y puntual, como flecha, que podaba la intenci�n de alg�n pase, avance o tiro.
Se fallaron infinidad de canastas, pero casi ning�n pase. En pocos minutos, los quintetos armonizaron sus ataques, corriendo lo justo, nadando en la cancha con naturalidad. Hablando poco.
Fue divertido cuando el manager recibi� una llamada en su celular. Con el silbato ausente, los chicos se iban de largo top�ndose con el poste, trastabillando con sus compa�eros, perdiendo el hilo de las jugadas como si la armon�a que ven�an dominando hubiera sido un espejismo. "Right, Honey, I�ll call you back." Fue colgar el tel�fono, accionar el silbato y todos volver al encanto, precisos como siempre.
Me retir� despu�s de una hora y el equipo no practic� f�tbol. S� que se trataba de un equipo de f�tbol por la pila de balones dormidos junto a las maletas, por el uniforme y porque al otro extremo de la cancha entrenaban los porteros, sometidos a un tratamiento sin caridad.
Como aprend� en Jap�n-Corea 2002, el modelo de los futbolistas estadunidenses est� en otros deportes. Puede que Landon Donovan (su mejor jugador, un graduado cl�sico) admire a Diego Mardona o a Ronaldo, pero no suspira por ellos. En las paredes de su rec�mara, en cambio, tiene posters de atletas cerebrales e impecables, como John Stockton o Lance Armstrong, de quienes hereda y aprende mucho m�s.
Lecciones interdisciplinarias:
a) Ryan Giggs, gal�s, posici�n 11 en la formaci�n cl�sica del Manchester United, es el futbolista que mejor ejerce el drama constitutivo del f�tbol: conducci�n perfecta, drigling productivo, bendita punter�a y la mejor aceleraci�n que puede haber en una cancha, a coletazos. Aptitudes innatas en Giggs, pero que pueden aprenderse. No memorizando a Giggs sino practicando Hockey sobre hielo.
b) Mientras se difunde la noci�n de que el defensa central es "el �ltimo hombre", casi un resumidero, Fernando Hierro invierte la suya como Quarter-back del Real Madrid. En lugar de ancla, juega de catapulta lanzando a sus compa�eros sobre el enemigo. Es que no le�ste bien: Quarter-back, un cuarto detr�s, a venticinco yardas de la l�nea de fuego, cobijado y con tiempo suficiente para iniciar la jugada ofensiva.
c) Acerca de Hugo S�nchez, figura singular y electrizante, por lo tanto inimitable, hay que voltear a tres frentes: a los gimnastas ol�mpicos, que ven su anatom�a como capital fant�stico; a los clavadistas de 3 metros, que sacan petr�leo de espacios diminutos; y a los banderilleros, que se paran firmes, planean de reojo el acercamiento de la bestia y se juegan la vida en cada desmarque.
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mr_phuy@mail.com
febrero 4, 2003
Esta semana naufrag� el submarino ingl�s Cholerah a 40 kil�metros de M�laga, el tercero en naufragar en aguas del Mediterr�neo desde la primavera 2001. Como supimos desde el martes, cuando Xi�bar Aranz�bal, un marinerito sin complejos, tir� su anzuelo en una parga e hizo contacto con el mastodonte militarizado de 12,000 toneladas, el Cholerah intent� cruzar sin autorizaci�n la ruta cr�tica que vigilan los torpederos del Ojo, como se autodenomina el pu�o pol�tico de los pa�ses subalpinos.
Un tema para hartarse (me tiene harto ya), saturado por la prensa internacional, que ataca en colmena.
Pero hay m�s. Como siempre. Bajo el tapete rugoso, sonrosado y lleno de insignificancias, uno se topa con la el�ctrica frontera de la vida. All� se hundi� un Cholerah distinto, todav�a suspendido, que putea las estad�sticas en hermosos detalles.
I
El primero de ellos: las mascotas de la tripulaci�n, empezando por Grafitti, el gato. De Grafitti se han recuperado tres fotograf�as, dos pertenecientes al verano que pas� con un anciano de terca suciedad, de quien parece haber huido, y una p�stuma en la que dos voluntarios extienden su cad�ver empapado, fantasmag�rico y descompuesto.
M�s vivos son los testimonios sobre Manganeso, el gallo, criado por cocineros del IV Regimiento Ingl�s y llevado al Cholerah de �ltimo minuto. "�ramos fantasmas junto a �l", ha dicho un celador. "Nos disput�bamos a golpes el espacio, que no es mucho en este tipo de embarcaciones, y Manganeso andaba por ah�, como el due�o."
Cejudo e intocable, a Manganeso le gustaba pasear por el cuarto de m�quinas, quieto en sus decisiones, respetuoso del silencio de los operadores, neutral como Suiza. Y no muy tarde volv�a a su rinc�n, enviando mensajes de obligaci�n y cordura a los marineros del Cholerah. Uno de los �ltimos mensajes recibidos por el Guardacostas espa�ol, v�a e-mail, se da tiempo en describir a Manganeso como "el tripulante m�s fatigado y cuerdo".
II
El toque melanc�lico lleg� (latigazo) cuando el camar�grafo de Antena entr� a los camarotes y se obstin� en abrir, una a una, las mochilas de los tripulantes. Brot� cada maravilla. Cepillos, bit�coras de viaje, insignias y metales, barras importadas de Watchamacalit, postales, l�mparas, anteojos... y de un estuche ins�pido, como una emanaci�n, cay� un ejemplar de Totems, el mejor �lbum de Venus Emancipated.
�Qu� diablos ten�a que hacer ah�, en el oleaje degollador del Cholerah? �Qu� c�micos filos tiene la vida, adem�s de los que ya sabemos? Una vez m�s: es tonto catalogar o juzgar una obra por su lugar y fecha de publicaci�n, pues a fin de cuentas toma vigor seg�n la interiorizaci�n (o el desaire) que suceda en cada uno. Totems sali� a la venta en Inglaterra en la primavera de 1990, en los Estados Unidos tres meses despu�s y por justicia de los elementos lleg� al CD Player de mi autom�vil en 1999, un matasellos personal que justifica su existencia y la m�a. Jam�s ver� el Mediterr�neo igual.
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